No hay dudas de que el estrés crónico es uno de los principales factores de riesgo de las patologías más frecuentes y graves que afectan a los argentinos. Se han realizado estudios que identifican que las obligaciones laborales y un estilo de vida apresurado e intenso se encuentran entre las principales causas y ya desde los 25 años se manifiestan números significativos de casos. En este sentido, planificar viajes de fin de semana puede convertirse en la mejor medicina para relajarse y liberar la mente.
Ubicada a poco más de mil kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, pero a menos de dos horas de avión, la ciudad de Mendoza es un excelente destino para hacer una pausa y recargar energías. Su historia vinculada a la salud es de larga data y se remonta a principios de siglo XX cuando se construyeron diversos hoteles termales destinados al descanso de las élites del país e incluso de otros países de América y Europa. Además, producto del clima seco, la provincia era elegida como lugar de residencia de familias con integrantes con problemas respiratorios.
Sin embargo, tal vez la primera imagen que se viene a la mente cuando se piensa en Mendoza es un día soleado en el piedemonte mendocino, cubierto de cultivos de vid fundiéndose en el horizonte con la majestuosa cordillera de los Andes. Claro que la escena se completaría con usted sosteniendo una copa de vino en una mano y una empanada mendocina (con un generoso contenido de aceitunas) en la otra.
Afortunadamente, una estadía de fin de semana permite sacar provecho a un destino que ofrece múltiples oportunidades para el relax en contacto con la naturaleza y la gastronomía regional.
Los establecimientos que ofrecen alojamiento en medio de un viñedo son una de las opciones que más ha crecido en los últimos años. Estos hospedajes ofrecen una auténtica experiencia que excede por mucho al simple hecho de una cama cómoda para pasar la noche. También incluyen gastronomía de primer nivel y paisajes que invitan a la contemplación extendida. Algo que pocos años atrás había perdido interés pero que cada día se valora más en contrapartida a la intensa conexión que las obligaciones de la vida cotidiana nos exigen. Más aún en el contexto actual donde prácticamente el único contacto que tenemos con el mundo exterior es a través de una pantalla.
Estas experiencias se completan con actividades como caminatas, cabalgatas, paseos en bicicleta, visitas a plantaciones de vid y olivo y, por supuesto, las correspondientes degustaciones de estos productos.
Muchos de estos hoteles, además del contacto con la naturaleza, ofrecen Spa con piscinas climatizadas, saunas, hidromasajes y tratamientos anti-envejecmiento, anti-estrés y de belleza.
Para quien prefiera combinar actividades, puede optar por dormir en la ciudad, donde existe una variada oferta de alojamientos disponible para todos los gustos y bolsillos. Siempre pensando en el relax y en las alternativas para un fin de semana, este viajero podría destinar un día en algunos de los complejos termales. El más conocido y desarrollado de la zona es Parque de Agua Termal de Cacheuta, aunque también pueden visitarse las ubicadas en la localidad de El Challao, muy cerca del centro de Mendoza.
Luego de un día de relax en las termas, quien se aloje en el centro de la ciudad, podrá aprovechar para conocer un poco de la vida noctura disfrutando de algún plato regional en alguno de los restaurantes que se encuentran en la Avenida Arístides Villanueva. Una preciosa calle arbolada donde encontrará restaurantes tradicionales, como también los típicos bares que ofrecen cerveza artesanal, con mesas en la vereda y muchos residentes locales disfrutando del mismo paseo.
Otro día debería destinarlo al vino, no sólo por los beneficios que conlleva su ingesta en cantidades moderadas para la salud, sino porque se encontrará en una de las consideradas Grandes Capitales Mundiales del Vino. Aquellos que no se alojen en un viñedo tienen igualmente múltiples formas de disfrutar tanto del vino como de las bodegas donde se produce o las viñas donde se cosecha. Los más activos preferirán realizar un tour en bicicleta por las principales bodegas o alquilarlas y hacer su propio camino. Mientras que quienes prefieran descansar de la actividad física podrán alquilar un auto, contratar un tour o tomar el denominado bus vitivinícola.
Los sommeliers afirman que para disfrutar un vino como corresponde se necesita de tres sentidos: el gusto, el olfato y la vista. Sin embargo, en una visita a Mendoza, son cinco los sentidos que le permitirán olvidar las presiones de la rutina, conectarse con la naturaleza y disfrutar algunos de los grandes placeres de la vida.