Cuando escuchamos el nombre «Epecuén», seguramente lo asociemos al fatídico hecho ocurrido en madrugada del 10 de noviembre de 1985, cuando cedió el terraplén que contenía el creciente caudal de la laguna homónima y las aguas avanzaron sobre la meca del turismo salud en la provincia de Buenos Aires.

Para esa fecha, la villa turística contaba con alrededor de 1.000 habitantes y era visitada por cerca de 25.000 personas en cada verano. Los turistas, en su gran mayoría familias y adultos mayores, buscaban sanar distintas afecciones como la artritis, artrosis, enfermedades de la piel, entre otras; gracias a sus aguas con alto contenido de minerales.

Epecuén es la última de las seis lagunas que conforman el sistema hídrico de las «Encadenadas del Oeste». Esta cualidad hace que lo minerales, que la cuenca arrastra desde sus afluentes en las sierras de Ventania, sumados a surgentes subterráneos, terminen depositados en ella. Inclusive estudios científicos han identificado que sus características y concentración salina es diez veces superior a la del mar y sólo comparable con las aguas del Mar Muerto ubicado en Medio Oriente.

Por la intervención humana en los cíclos hídricos de la cuenca, Villa Epecuén quedó sepultada bajo el agua, obligando a los habitantes a dejar sus casas y radicarse en otros lugares. Años después, al retirarse el agua, las ruinas del antiguo balneario llaman la atención de muchos por el imponente paisaje arrasado por el agua y la sal.

A pesar de este lamentable acontecimiento, la laguna sigue ahí ofreciendo las mismas propiedades curativas para quien se sumerja en sus aguas. Los habitantes de Carhué son conscientes de eso y desde hace años vienen trabajando para que el nombre «Epecuén» abandone su tinte nostálgico y recupere su relación con la salud y el bienestar.

De esta manera, durante los meses del verano, se puede disfrutar sus aguas en los balnearios ubicados en la orilla del lago. Además tanto el municipio como sus concesionarios organizan diversas actividades que permiten combinar relax y entretenimiento.

Entre esas actividades, el primer fin de semana de febrero se organiza la Fiesta Provincial de Turismo Termal. Esta fiesta, que tuvo sus inicios en 1968 en la antigua Villa Epecuén, busca poner en valor la idea de bienestar en vinculación con el lago. Para eso, se proponen desde actividades de acondicionamiento físico, fangoterapia y charlas donde se destacan las propiedades medicinales que las aguas termales proveen. Además, durante la noche, se realizan recitales en el centro de la ciudad.

Afortunadamente, en Carhué también puede disfrutarse de las propiedades de estas aguas durante el invierno. Muchos hoteles han adaptado sus instalaciones para ofrecer piletas con aguas termales, las cuales deben calentar artificialmente para alcanzar una temperatura agradable en los meses de frío.

El trabajo constante de la comunidad ha logrado un crecimiento sostenido de los turistas, lo cual ha animado a un grupo de empresarios a apostar a la construcción de un Parque Termal. Este centro, dedicado a la salud y la recreación, según algunos visitantes históricos de Villa Epecuén, como así también para los mismos habitantes de Carhué, ha devuelto en cierta medida el espíritu que sobrevolaba en las temporadas de verano de la hoy sumergida villa.

Visitar Carhué no sólo permite disfrutar y rehabilitarnos en sus aguas termales. Nos permite reflexionar sobre cómo el ser humano puede equivocarse y provocar consecuencias terribles. Pero también cómo es capaz de aprender del pasado y volver a levantarse.