La enfermedad de Alzheimer es la causa más común de demencia, lo cual significa un deterioro de las capacidades cognitivas que impide la realización de las tareas habituales. Esto involucra alteraciones en la memoria, lenguaje y problemas psiquiátricos como depresión y aislamiento social. Es una enfermedad incurable que va degenerando las células nerviosas del cerebro y disminuyendo la masa cerebral.
No existe un tratamiento para prevenir la enfermedad ni para frenar el avance. Sí que se prescriben medicamentos que ayudan con algunos síntomas de la enfermedad y para mejorar la calidad de vida de los pacientes, pero solo suele ser útil en las primeras fases, perdiendo su utilidad en fases más avanzadas.
Una vez que aparecen los primeros síntomas, los pacientes van degenerando y se van volviendo más dependientes, de forma que hay que ayudarles para vestirse, asearse, comer. Poco a poco se harán imprescindibles los cuidados permanentes de un cuidador.
El alzheimer no solo afecta al enfermo sino a sus familiares y entorno, ya que es muy duro ver el deterioro de una persona querida.
Aunque no hay evidencias científicas, se piensa que el origen de la enfermedad del alzheimer se debe a una combinación de factores de riesgo, algunos de ellos no modificables, como la edad o la genética, pero sí que existen algunos factores modificables, de estilo de vida. En este sentido, hay algunas publicaciones en donde se presentan ciertos hábitos que podrían reducir entre un 70% y un 80% la presencia del Alzheimer:
- Reducir el consumo de grasas saturadas.
- Hacer de las verduras, frutas, legumbres la base de la pirámide alimenticia.
- Consumir alimentos con vitamina E.
- Consumir alimentos con vitamina B12.
- Evitar los multivitamínicos con hierro y cobre (a menos que lo indique un médico).
- Evitar cocinar en ollas y sartenes de aluminio.
- Mantenerse activo social y físicamente.