La dislexia es un trastorno del aprendizaje de la lectoescritura, de carácter persistente y específico, cuyo origen parece derivar de una alteración del neurodesarrollo.
Es la dificultad de aprendizaje más común, aunque no está claro qué porcentaje de personas la tienen. Algunos expertos creen que el número varía entre el 5 % y el 10 %. Otros dicen que hasta el 17 % de las personas muestran señales de dificultades con la lectura. El 60% de los chicos con dislexia tiene antecedentes familiares.
Las buenas noticias son que la dislexia se puede detectar pronto y que a un niño con dislexia se le puede enseñar a convertirse en un buen lector.
Es importante saber que, aunque la dislexia afecta el aprendizaje, no tiene nada que ver con la inteligencia. Los chicos que tienen esa condición son tan inteligentes como sus compañeros.
La dislexia se suele diagnosticar durante la enseñanza primaria. En algunos casos, no se pone claramente de manifiesto hasta que el niño es mayor y se espera que lea y entienda materiales más extensos y complejos.
Los síntomas más frecuentes en la dislexia son que no pueden leer o lo hacen mal – presentando repeticiones, adiciones o sustituciones – les cuesta copiar del pizarrón, necesitan siempre más tiempo, no comprenden lo que lee, les cuesta escribir y tienen mala ortografía.